Cuando Pablo Gutiérrez AKA Enemigo musicalizaba los recreos escolares intentando combatir al reggaetón imperante de la época, jamás pensó que se convertiría en el ganador de las alianzas en la disciplina de música con su presentación de drum and bass como dj. Pero tampoco pensó que 15 años después junto con su amigo y compañero de clases, Luis Soto AKA Beto, estarían a cargo de una fiesta en un estacionamiento seis pisos bajo tierra que está metiendo mucho ruido en la superficie y que este sábado 6 de julio realiza una nueva versión en colaboración con Pueblo Nuevo, comenzando con una sesión experimental con Pier Bucci, Danieto y Alejandro Albornoz, seguido por una fiesta con Cecilia Amenábar B2B Powditch y Umho.
Fear Of Missing Out (que en su traducción más fidedigna sería “[sentir] miedo por perderse algo”) es una fiesta que en una trayectoria que no alcanza los tres años ha logrado consolidarse como una de las referentes de la escena de Santiago. Una fiesta en donde convergen sonido, diseño, visuales e iluminación, para otorgar una experiencia sensorial completa. No por nada Beto y Pablo se inspiraron en el Cirque du Soleil (y en Magic Kingdom) para dar vida a FOMO. Buscaban homologar la sensación de sumergirte en una nueva realidad que estimula todos los sentidos. Vivir algo de manera paralela, que te absorbe para que estés completamente centrado disfrutando del presente.
Precisamente lo que ocurre cuando te subes en el ascensor y presionas el -6.
Tras haber estudiado juntos en un colegio de la capital, Enemigo y Beto separaron sus caminos en la universidad, propio de jóvenes abriéndose a vivencias nuevas. Pero el amor por la música electrónica los volvió a unir, comenzando a toparse de fiesta en fiesta. Fiestas que realmente no complacían del todo a sus exigentes paladares, por lo que decidieron crear una por su cuenta.
F.O.M.O. no tiene línea editorial definida. Simplemente se toca “lo que nos gusta” y “lo mejor de todo”, basándose principalmente en la escuela electrónica de los 90, lo que otorga un amplísimo abanico de géneros y subgéneros por los que navegan sin cuestionarse mucho las cosas, ni preparar realmente sus sets, porque van tocando de acorde a lo que van sintiendo. Autoproclamados ricardistas, ambos tienen lineamientos comunes establecidos, pero por sobre todo estilos propios que marcan diferencia y enriquecen la experiencia de bailar junto a ellos, ya que al no encasillarse ni casarse con ningún estilo en particular, las posibilidades con las que juegan se multiplican por millones.
A Beto le gusta incendiar la pista de baile sin pedir perdón ni permiso de la mano de sus beats llenos de percusión, los que se coronan como su lado A de disc jockey y por el que se ha hecho un nombre. Su lado B coquetea últimamente tanto con el techno como con el minimal, pero su corazón es housero. Afro House, House Psicodélico y Melodic Techno son preponderantes en sus actuaciones, pero como él mismo aclara -y que es incuestionable tras escucharlo en las perillas- con ritmo, mucho ritmo. Adam Ten, dj y productor, emerge como uno de sus grandes referentes.
Al Enemigo le gusta probar la atención de su público a través de viajes sonoros, tirándose cumbias a 90BPM dentro de sonidos industriales de 140 para ver cómo reaccionan. También se arriesga mezclando las vocales más imposibles como el rap de Hateful Head Helen que utiliza Honey Dijon en Sugar Mountain con el Camarón de Matías Aguayo remixeado por Villalobos como si hubiera puesto sync. Sus influencias vienen de literalmente todos lados, desde la música que sonaba fuerte en la Ibiza de los early 2000 como Richie Hawtin y Jeff Mills, hacia lo experimental, el ambient y el noise. Nicolás Jaar y Cristian Vogel aparecen en sus menciones.
Tanto Adam Ten como Aguayo, Vogel y Jaar ya se han presentado en el estacionamiento, los tres primeros en F.O.M.O. y Nicolás en la clausura de Ladr1d0s. Un estacionamiento que se ha convertido en el Cirque du Soleil electrónico de nuestra ciudad, donde conviven en perfecta sincronía las de por sí complejas almas musicales de sus residentes.
FOMO es oscura, pero en ningún caso densa. Es sexy y lo sabe y eso no tiene necesariamente que ver con su manejo de ambiente y sus luces rojas sugerentes ni con su deep house calentón en el que aparecen vocales roncas y bajos muy bajos. FOMO es sexy porque es elegante y cumple cabalmente con lo que ofrece, mas no hace alarde de ello. Porque si hay algo que distingue a esta propuesta interdisciplinaria que está metiendo harta bulla, es la discreción. No por nada se baila bajo tierra, no por nada se rehúsan a hacer publicidad.
El silencio de F.O.M.O. suena muy fuerte.
La primera vez que fui a FOMO -sin saber que era FOMO- le mandé un reporte de audio a un amigo que decía literalmente así:
“Anoche fui a una fiesta nueva,
era en el estacionamiento donde Nicolás Jaar hizo Ladr1d0s,
no conocía a nadie,
no sé quiénes tocaron,
PERO LLÉVENSE TODO MI DINERO”.
Mirándolo en retrospectiva me niego a pensar que ese exabrupto tenía sólo que ver con la impecable calidad musical proveniente de una curadoría como la suya. No es sólo lo que suena, sino también cómo suena. Entrar al -6 con Funktion One y el sistema de aislación de sonido (elaborado especialmente para evitar el rebote en un espacio tan amplio y construido bajo esas características) equivale a flotar. O al menos yo lo sentí así. Porque claro, siendo FOMO una creación que venía a suplir carencias de la escena, la “experiencia de usuario” (como le llaman sus dueños) está siempre presente.
Y su público no sólo lo sabe, sino que lo valora. Las personas que carretean en FOMO saben carretear, algo que por desgracia no se ve siempre en el circuito de Santiago. Saben también a quienes están escuchando y van a bailar con ganas; hay un respeto por el trabajo realizado que, en mi opinión, hace que la fiesta sea más sexy aún. Gente desinteresadamente cool/nadie molesta a nadie. Todos están enfocados en los parlantes y en las perfomances tanto de dj nacionales como internacionales, que es lo que verdaderamente importa.
Lejanas se ven las fiestas que dan origen a este proyecto, por el 2018, debajo de la cocina de la casa de los padres del Enemigo en Lonquén. Un subterráneo (otro subterráneo) refaccionado completamente que podría ser un club de primera línea en cualquier país del mundo y que alberga la génesis de FOMO.
Los FOMO definen al 2019 como un año clave para ellos: fueron parte de Condoriaco, donde aportaron a la creación y desarrollo del festival realizado para el eclipse de julio en la rave ubicada en la “Zona Cero” y siguieron con sus propias fiestas -cada vez más grandes- hasta que llegó la pandemia de 2020, y con ella el encierro, las cuarentenas, la falta de certezas y el miedo.
Pero las ganas de bailar nunca se extinguieron.
En Halloween de 2021 nace F.O.M.O., ya en su icónico estacionamiento, gracias a lo que Beto y Pablo definen como destino. Las contribuciones de Antonio Hernández, Joaquín Baeza y Eduardo Cancino fueron claves para dar vida a la fiesta que conocemos hoy en día.
En FOMO el negro viste a la inmensa mayoría de sus asistentes, de edades muy transversales. La segunda vez que fui lo primero que vi fue a un hombre, que fácilmente podía ser abuelo, llegando en bicicleta al -2. En esa oportunidad se realizaba INFRA, una iniciativa creada en colaboración con Pueblo Nuevo y Grieta. Un espacio de conversación musical que trascendía a la electrónica, que resignificaba lo underground y sus interpretaciones. Además de Cristian Vogel, se presentaron también Alusiva, Yadak y Valentina Maza. Era primera vez que veía algo así en Chile.
Las collabs de FOMO son uno de los tópicos por los cuales se han hecho conocidos. Sus residentes declaran que se eligen en base a la admiración que sienten por sus invitados y en la energía que transmiten entre ellos. El -6 se ha convertido en un espacio necesario para la música y las artes en Santiago. A la lista de colaboraciones se suman también Unión de Oficios, Púrpura, FROM y Clásica No Convencional. Con este último además de compartir locales (el estacionamiento y la ex fábrica Santa Elena), utilizan el mismo sistema de sonido, producción y visuales.
Sí, leíste bien: un concierto de música clásica seguido por una fiesta electrónica.
Llegar al -2.
Apretar el -6.
Cuando bajas en el ascensor hay un factor sorpresa innegable para quienes debutan en la fiesta. Se siente en sus respiraciones, se escucha en sus palabras. Quienes llevamos un par en el cuerpo ya sabemos a lo que vamos, pero el entusiasmo es el mismo.
Un humo leve se cuela apenas se abren las puertas, que en ningún caso es molesto y que le otorga una energía sexual poderosa al entorno. Seguir caminando por sus pasillos oscuros, donde la iluminación tiene un protagonismo paradójicamente sutil (a cargo de Marco Bahamondez con Lux Dynamics) siguiendo en dirección a la pista de baile para encontrarte de golpe con las visuales estimulantes sello de la fiesta (obra de Esteban Fuica y KYF) mientras la música azota las paredes (¡y el techo de concreto!) es una volada muy bien pensada.
Todo el rollo de lo desconocido, de lo literalmente under, de estar desconectados seis pisos bajo la superficie atrapados en beats impredecibles, le termina de dar esta onda sensual permanente a esta fiesta que se complementa con la música y su público (y las ganas de su público) de manera orgánica y muy bien lograda. Porque a mí, las ejecuciones bien hechas -y sin darse color- nunca van a dejar de parecerme peligrosamente seductoras.
Fear Of Missing Out es lo que es gracias al destacado trabajo en conjunto al equipo conformado también por Matías Gutiérrez (director), Ignacio Soto y Alonso Catalán (técnicos), Fabiola Águila (producción general) y Public.Unpublic (diseñando los afiches desde Berlín). Al final, esta sigue siendo la fiesta en la que ellos quieren estar, y al preguntarle a algunos de sus miembros cuál es el secreto del éxito, de lograr llevar a cabo su visión, una frase se repite incesantemente: “lo hacemos con amor”.
Con amor también te invitamos a que el resto de la experiencia la vivas por ti mismo, ya que este sábado 6 de julio hay una nueva versión en el estacionamiento, que cuenta tanto con una sesión experimental como con la clásica fiesta. Sigue a @fomo.lp en Instagram para más información.