Nos juntamos a conversar con Robert Morrison, socio y gerente general de Street Machine, la productora responsable de la organización de Creamfields Chile. La versión chilena del festival ha sido elogiada por la prensa especializada como un evento de clase mundial y un referente en Latinoamérica. En esta entrevista, Morrison nos cuenta cómo ha logrado producir un evento que este año celebra su 19ª edición y espera reunir a 55 mil personas en dos días.
Mientras caminamos al atardecer junto a Morrison por el Club Hípico, en medio de cientos de personas que están montando los distintos escenarios, hablamos sobre sus inicios, aprendizajes y su visión de la industria, destacando especialmente la inclusión de la escena local en esta edición, donde se dará espacio a colectivos como Grieta, F.O.M.O. (Fear of Missing Out) y DAME, permitiendo que 30 artistas nacionales compartan escenario con destacados nombres de la escena global.
¿Cómo te llegaste a interesar en la música electrónica?
Mira, el fanático de la música electrónica y visionario es mi hermano mayor Paul, que es mi socio en Street Machine. Él comenzó con el club Tantra en 1999, en una casona en el barrio Recoleta y que tenía una escalera que conducía a un segundo piso. Paul tenía la visión de un club a nivel internacional. Aunque el Tantra cerró y no fue un buen negocio, marcó un hito en la época y operó durante dos o tres años. Allí tocaron artistas como Nick Warren, se presentó por primera vez en Chile Cattaneo y también Danny Rampling. Cuando Nick Warren vino, era como si hoy viniera uno de los DJs más top del momento; él era como un dios en esa época. Después de eso, mi hermano siguió organizando fiestas freelance, y yo era un muy buen cliente de ellas y lo pasaba la raja (risas).
¿Y cómo te involucraste en los eventos?
En un minuto, mi hermano cerró a Paul Oakenfold, con Heineken Thirst. Fue un hito bien potente en Chile. Era el DJ comercial número uno del mundo. Paul me pidió que lo ayudara con una pega bien puntual. Y el evento explotó, reventó de gente. Y ahí se dio cuenta que ya no era como “hacer las fiestas”, de manera más informal y sin equipo. Así que me invita a asociarme con él. Ese fue mi primer evento. Partí como una especie de product manager, haciendo de todo. Desde producción, ver los auspicios, armar la operación de barras. Mi hermano me hizo como un coaching un par de años con toda la experiencia que él tenía. Y así partí.
¿Nos puedes relatar el aprendizaje de hacer eventos que nunca se habían hecho en Chile?...Llegar a hacer Creamfields
Bueno, yo no vengo de este mundo, soy ingeniero comercial y tuve que aprender producción prácticamente de cero, en terreno, en la práctica, viendo. El progressive house era una locura en Argentina. Era la época de Sasha, de Satoshi Tomiie, Danny Howard. Todos esos DJs iban a Argentina, y nosotros empezamos a traerlos a Chile, así que de a poco empezamos a aprender, aprender y aprender. Teníamos muchas marcas que estaban interesadas en participar, que hacían que el negocio fuera sostenible, tampoco era un gran negocio, pero por lo menos nos podíamos dar la vuelta. Esto fue en 2002. Ahí se dio la oportunidad de hacer Creamfields. Partimos como un socio minoritario de una empresa multinacional de conciertos. Nos invitaron a participar como expertos en electrónica local y a trabajar con ellos tres años. Ahí pudimos dar un saltito. Ahí aprendimos harto, empezamos a movernos a otro nivel. Ya con escenarios grandes, y hacer festivales.
¿Cuál era la figura de ustedes, como Street Machine?
De alguna manera nos acoplamos a la estructura de ellos, que tenían los productores técnicos, los productores generales. Nosotros hacíamos una asesoría. Nos metíamos en la música, el booking, los contenidos, el marketing, hacíamos gestión comercial. Pero la producción más dura la hacían ellos, porque nosotros no teníamos la experiencia. Y después de cinco, seis años este socio se aburrió, se salió del negocio ya que perdíamos plata todos los años, de ahí nosotros seguimos solos.
Entonces empezaron esta nueva etapa, imagino que con vértigo…
El 2009 partimos solos. Hicimos Creamfields en Ciudad Empresarial con David Guetta y Armin Van Buuren. Guetta fue cuatro años nuestro headliner y ahí el festival explotó. Cuando empezamos a traer a Guetta -él es como el padre del EDM- , el festival empezó a traer 20 mil, 25 mil, 30 mil, y ahí trajimos toda una oleada de nuevos talentos. Fue como la transición del progressive al EDM. Ahí agotamos tres años seguidos la entrada en Creamfields. De ahi, en 2013 nos vinimos al club Hípico.. y se transformó en un festival de verdad, con banderas, árboles, aire libre y experiencia.
Desde que empezaste, hace más de veinte años ¿cómo ves la evolución de esta industria y la escena global?
Es una industria que no deja de sorprenderme, se renueva permanentemente, es súper dinámica y crece. Cuando siento que se está estancando, aparece un nuevo sonido o un genio que saca un disco nuevo con algo distinto, no sé, como que hay como un David Guetta que impulsa el EDM, un Skrillex que transformó el drum and bass en este dubstep, hay un Deadmau5 que inventó este sonido medio electro, hay un Flume… Hoy día está Fred Again. Y siempre va cambiando, innovando, desarrollándose y en Chile todos los años crece y crece.
¿Cuál es el sello o el elemento especial que tiene la versión chilena de Creamfields?
Creo que Creamfields Chile es uno de los festivales más diversos que hay en la región. Nosotros tenemos desde Hard Techno, todos los tipos de House, Dubstep, Hardstyle, EDM, etc. Es un festival que abarca casi todos los géneros de la música electrónica y donde además, estamos incluyendo a muchos artistas de la escena local.
¿Cómo se ha dado esa colaboración de trabajar con colectivos locales y artistas más underground?
Bueno, tú conoces al Seba Herrera (Fake Samo, Grieta), él está trabajando con nosotros hace un año. Él año pasado hicimos Grieta acá con él y la verdad que ha sido súper enriquecedor. Nos ha abierto los ojos en varios flancos. Tener a alguien que venga del underground y de la música más experimental ha sido un gran aporte, porque nos ha acercado a colectivos como F.O.M.O, DAME que tienen música electrónica más de nicho. Creo que un mercado de eventos de música electrónica sano, es un mercado donde todos somos igual de importantes, desde el que produce el festival masivo hasta el que produce la fiesta de 200 personas, 50 personas, 30 personas, ya que todos cumplimos un rol.
El festival se realizará este sábado 16 y domingo 17 de noviembre en el Club Hípico de Santiago y promete ser una edición impactante con el supergrupo sueco Swedish House Mafia (SHM) encabezando el cartel, junto a otros 80 artistas. Destacan artistas internacionales como Steve Angello, Sara Landry, Alan Walker, Alesso, Richie Hawtin—uno de los pioneros del techno, Steve Aoki, Helena Hauff y la estrella rusa Nina Kraviz entre otros. La presencia nacional incluye a Andrea Paz, Beto, Delia, Diegors, Enemigo, Kamila Govorčin, Kata Schawarz, Krespo, Kvm, Lorelei, Potenciómetro, Sara y Saulo por nombrar solo a algunos.